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Imaginería motora gradual para el tratamiento del dolor

En anteriores entradas mostramos que la imaginería motora es una herramienta super útil en nuestras sesiones de entrenamiento. No solo nos ayuda a movernos mejor, también es una vía adecuada por la que conseguir un aumento en la aplicación de fuerza y una reducción de dolor. 

Por estos motivos, se trata de un elemento que cada vez está más presente en sesiones de rehabilitación de diversa índole. Ahora bien, como ocurre siempre, los efectos que tiene la imaginería motora vendrán determinados por cómo se plantea y cuándo se realiza. 

Para optimizar los resultados, en su libro —“The Graded Motor Imagery”— Lorimer Moseley, David Butler y Timothy Beames, proponen que se realice una progresión. A modo de resumen, se comienza realizando una imaginería motora implícita, es decir, no somos conscientes de que estamos imaginando un movimiento. Esto se consigue realizando un ejercicio de discriminación lateral, en la que debemos elegir si la imagen que se nos presenta muestra una extremidad del lado derecho o del lado izquierdo (para elegir emitimos un primer juicio que confirmamos mediante un ejercicio de imaginación inconsciente de la postura). Tras esto, proponen, pasaríamos a realizar una imaginería explícita en la que nos imaginamos realizando un movimiento de manera intencionada. Por último, quedaría una fase de terapia en espejo en la que realizamos un movimiento simultáneo de ambas extremidades mientras visualizamos el reflejo de la que no tenemos afectada, mientras que la otra queda oculta. 

En este libro, que os recomendamos encarecidamente, muestran varios ejemplos en los que se han conseguido muy buenos resultados con esta metodología. Pero para seguir sumando, hoy traemos un nuevo estudio que lo corrobora, en este caso en cuanto a la reducción de dolor en personas con miembro fantasma. 

Durante 6 semanas, personas con esta dolencia realizaron un programa de imaginería motora gradual. De esta manera, y en este orden, realizaron una fase de discriminación lateral, una de imaginería motora explícita y otra de terapia con espejo. Cada fase tuvo una duración de 2 semanas y estuvo compuesta de 2 sesiones presenciales de 30 minutos y un programa de ejercicios que debían realizar en casa. 

Discriminación lateral. Realizada, con la aplicación Recognise, las 2 primeras semanas del programa de rehabilitación. Se les presentaban, de manera secuencial y durante 5 segundos, diversas imágenes en las que aparecían extremidades que representaban el lado amputado y el intacto. Los participantes debían elegir, lo más rápido posible, qué lado aparecía en cada imagen; derecha o izquierda. En casa, se les pidió que identificaran y marcaran extremidades del lado amputado en imágenes de revista. Esta tarea la debían realizar cada hora que estuvieran despiertos durante 10 minutos, lo que hacía un total de 12 sesiones diarias.  

Imaginería motora explícita. Realizada las 2 siguientes semanas. Se escogieron algunas imágenes de la aplicación RecogniseTM en las que aparecía una extremidad del lado amputado. Se les pidió que trataran de imaginarse moviendo su extremidad amputada lenta y suavemente desde la posición en la que la sentían hasta la posición que aparecía en cada imagen, luego debían regresar a la posición original. Como ejercicio para casa, se les dieron varias imágenes para realizar este mismo ejercicio. La frecuencia con la que debían hacerlo fue idéntica a la de la primera fase. 

Terapia en espejo. Las últimas semanas, realizaron diferentes movimientos en presencia de un espejo que ocultaba la extremidad amputada y mostraba el reflejo de la extremidad no afectada. Básicamente, se les mostraban fotografías de la extremidad intacta en una posición fácil de lograr y se les pedía, mientras miraban el espejo que movieran, de manera simultánea, ambas extremidades hasta legar a dicha postura. Esta tarea la realizaron durante las 2 sesiones presenciales y en casa. De nuevo, se les pidió que realizaran los ejercicios a cada hora durante 10 minutos. 

Los resultados obtenidos en este grupo de personas se comparó con los que se obtuvieron con una rutina de fisioterapia convencional en otras personas, que sirvieron como grupo control. Con este grupo lo que se hizo fue dejar que siguieran con los programas de ejercicios que veían realizando, que habían sido seleccionado por ellos o por los profesionales que los trataban. Se les animó a realizarlos con la mayor frecuencia posible y a que registraran diariamente lo que hacían. 

A las 6 semanas y a los 3 meses, el dolor en miembro fantasma, que fue la principal variable estudiada, mejoró en ambos grupos. Sin embargo, solo las personas que realizaron imaginería motora gradual redujeron la intensidad del dolor a los 6 meses. Cuando se compararon los efectos entre grupos, se observó que el grupo experimental mejoró más que el grupo control a las 6 semanas y a los 6 meses.

Por su parte, la interferencia que tenía el dolor en su día a día y la calidad de vida mejoró a las 6 semanas, a los 3 meses y a los 6 meses en el grupo que realizó la imaginería motora, pero no en el grupo control. 

¡Entrenadores, fisioterapeutas, médicos del mundo! Sigamos aprendiendo, utilicemos los mejores recursos que tengamos en nuestra mano (aquí vemos uno más) y dejemos de pelear sobre quién hace qué.

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