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Tratamiento dolor lumbar: mejores tratamientos

Una investigación (Malfliet A y col. 2018)

120 personas. 

Todas con dolor crónico de espalda “no específico”. 

Objetivo: reducir el dolor y mejorar la calidad de vida

Tratamiento de 12 semanas de duración. 

Seguimiento de 1 año.

La base: educación y ejercicio físico. 

Dos grupos

Tratamiento dolor lumbar

Grupo experimental (n=60) 

Realizaron 3 sesiones de educación neurocientífica del dolor. Una grupal, otra individual y otra online (esta última puede visualizarse en el siguiente enlace: https://www.retrainpain.org/espanol) Los objetivos que principalmente se buscaban con estas sesiones eran reconceptualizar las creencias de los pacientes acerca del dolor, incrementar el conocimiento del dolor y reducir percepción de amenaza. Para conseguirlo se trataron temas como el funcionamiento de las neuronas, las sinapsis, la facilitación e inhibición descendente, sensibilización periférica y central…todo ello desde un lenguaje sencillo, es decir, utilizando ejemplos y metáforas y no terminología científica. 

Una vez los pacientes habían adoptado estos nuevos conocimientos acerca del dolor, pasaron a una segunda fase de tratamiento que los investigadores han denominado “entrenamiento de control motor dirigido hacia aspectos cognitivos”. Se realizaron diferentes ejercicios con el objetivo de mejorar la capacidad funcional y, a su vez, seguir modificando pensamientos y creencias inapropiadas acerca del dolor. Se introdujeron de manera gradual movimientos y actividades que la persona evitaba o temía (ej. flexión columna). Se realizó una progresión en términos físicos, cognitivos y psicológicos. Se les informó de la importancia del movimiento regular y se les pidió realizar algunos ejercicios (ej. ante-retroversión pélvica) con cierta frecuencia (30 min.). Se realizaron ejercicios que buscaban activaciones musculares específicas, pero siempre explicándoles que el objetivo no era mejorar valores de fuerza ni resistencia sino mejorar el sistema al completo. La finalización de los ejercicios estuvo determinada por tiempo (repeticiones) y no por sensaciones (dolor). 

Grupo control (n=60) 

Formaron parte de un tratamiento que combinaba educación tradicional de espalda y cuello con ejercicio físico. 

La parte educativa de este grupo trataba temas como las causa mecánicas del dolor de espalda y cuello; la anatomía, fisiología y biomecánica de la columna; la importancia del autocuidado y de la ergonomía; la presión intradiscal y las fuerzas articulares; las aportaciones de los estiramientos, fuerza, resistencia…En cuanto al programa de ejercicios que completaron, estuvo enfocado en el tratamiento de “disfunciones biomédicas de la espalda”. Esto es: movilidad, fuerza y resistencia muscular, y ejercicios generales de acondicionamiento físico. Se realizó una progresión hacia actividades funcionales y tareas con mayor demanda física, pero siempre manteniendo la columna en posiciones fisiológicamente neutras. La intensidad o duración de los ejercicios se reducía cuando los sujetos reportaban dolor durante o tras la realización de un ejercicio. 

¿Resultados?

Dolor, medido con dos cuestionarios y mediciones experimentales 

Evaluación con escala numérica (“Numeric Rating Scale»: NRS), un cuestionario de 11 puntos que mide la intensidad media de dolor durante los últimos 3 días y cuyos cambios se empiezan a considerar clínicamente importantes a partir de un descenso de un 30% en la puntuación obtenida.

Aunque ambos grupos mejoraron significativa y superando la diferencia mínima para considerarse clínicamente importante (30%), los cambios observados (porcentaje y tamaño del efecto) en el grupo experimental (reducción del 42.79%-52.22%) que en el grupo control (reducción del 23.58%-33.13%).

Inventario de sensibilización central (“Central Sensitization Inventory»: CSI). Tarta de evaluarla presencia de hipersensibilidad mediante la evaluación de 25 síntomas que pueden darse en personas con dolor crónico (ej. sensibilidad a la luz o dificultad para concentrarse). 

El grupo experimental mostró cambios más positivos, con menores puntuaciones en CSI (tamaño efecto moderado), que el grupo control.

Umbral de dolor por presión (“pressure pain thresholds”: PPTs). Se aplica una presión sobre la zona más dolorida y se registra el valor mínimo de presión que provoca una sensación desagradable. También se midió este umbral en zonas no dolorosas (cuádriceps y mano). 

A pesar de que no hubo diferencias entre los tratamientos, solo el grupo experimental mostró un incremento mayor del 15%, a partir del cual los cambios se consideran clínicamente relevantes. 

La función se midió mediante los siguientes test: 

Cuestionario de salud SF36 (36-Item Short Form Health Survey”). Evalúa la calidad de vida relacionada con la salud, desde un componente físico y mental. 

Índice de inhabilitación por dolor (“Pain Disability Index”: PDI). Se mide el nivel de inhabilitación que se percibe tener en las actividades cotidianas a cuenta del dolor. Se considera que un descenso en PDI de 8.5 a 9.5 puntos es clínicamente relevante.

En ambos cuestionarios el grupo experimental mostró menores puntuaciones a los 3, 6 y 12 meses (tamaño del efecto moderado-alto). 

La modificación de los aspectos cognitivos se midió mediante los siguientes test: 

Escala tampa de kinesiofobia (“Tampa Scale for Kinesiophobia”: TSK). Evalúa el miedo al movimiento o (volver) a lesionarse. 

Escala catastrofismo y dolor (“Pain Catastrophizing Scale”: PCS). Evalúa pensamientos y sentimientos catastrofistas respecto al dolor. 

Cuestionario de vigilancia y conciencia del dolor  (“Pain Vigilance and Awareness Questionnaire”: PVAQ). Evalúa nivel de conciencia y la atención que se le presta al dolor. 

De nuevo puede observarse como el grupo experimental obtuvo mejores resultados que el grupo control. En los 3 cuestionarios y en todas las mediciones.

*También se evaluó la morfología de la sustancia gris en áreas corticales y subcorticales, así como la modulación de dolor condicionada (“CPM”, que mide la eficacia de la inhibición nociceptiva descendente). Los resultados no se han incluido debido a la ausencia de cambios en estas mediciones. 

Estos estudio nos dice que no lo hacíamos mal del todo con nuestra visión estructuralista (algo se mejora) pero que si queremos optimizar los resultados debemos avanzar con la ciencia y ofrecer nuevas formas de tratamiento. Como concluyen los autores: “se hace necesario un cambio desde un enfoque biomédico hacia un enfoque biopsicosocial que combine la educación en la neurociencia del dolor con el entrenamiento físico dirigido hacia aspectos cognitivos…Debemos integrar la neurociencia moderna del dolor y no centrarnos en un posible origen biomédico del dolor”.

Preguntas frecuentes sobre el tratamiento dolor lumbar

¿Qué tratamiento es bueno para el dolor lumbar?

El tratamiento para el dolor lumbar depende de la causa subyacente y la gravedad del dolor. Aquí hay algunas opciones comunes que pueden ayudar a aliviar el dolor lumbar:

  1. Reposo: Descansar y evitar actividades que empeoren el dolor puede ser beneficioso durante los primeros días de un episodio de dolor lumbar agudo.
  2. Medicamentos de venta libre: Los analgésicos de venta libre, como el ibuprofeno o el paracetamol, pueden ayudar a aliviar el dolor y reducir la inflamación.
  3. Fisioterapia: Un fisioterapeuta puede recomendar ejercicios y técnicas de estiramiento para fortalecer los músculos de la espalda, mejorar la postura y aliviar el dolor.
  4. Terapia de calor o frío: La aplicación de calor o hielo en la zona afectada puede proporcionar alivio temporal del dolor. El calor relaja los músculos, mientras que el frío reduce la inflamación.
  5. Ejercicio: Mantenerse activo es importante para la salud de la espalda. Los ejercicios de bajo impacto, como la natación, caminar o el yoga, pueden ser beneficiosos.
  6. Medicamentos recetados: En casos de dolor lumbar crónico o más intenso, un médico puede recetar analgésicos más fuertes, relajantes musculares o medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINEs) de prescripción.
  7. Inyecciones epidurales: En algunos casos, se pueden administrar inyecciones de corticosteroides directamente en la columna vertebral para reducir la inflamación y aliviar el dolor.
  8. Tratamientos alternativos: La acupuntura, la quiropráctica y la osteopatía son opciones que algunas personas encuentran útiles para el alivio del dolor lumbar.
  9. Cambios en el estilo de vida: Mantener un peso saludable, mantener una postura adecuada, evitar el levantamiento excesivo de peso y usar una silla ergonómica pueden ayudar a prevenir el dolor lumbar.
  10. Cirugía: En casos graves o cuando otras opciones de tratamiento no han tenido éxito, se puede considerar la cirugía como último recurso. La cirugía de columna vertebral generalmente se reserva para afecciones como hernias de disco graves o estenosis espinal.

Es importante consultar a un médico o profesional de la salud antes de iniciar cualquier tratamiento para el dolor lumbar, ya que la causa subyacente debe evaluarse adecuadamente para determinar la mejor estrategia de tratamiento. Además, el tratamiento adecuado puede variar de persona a persona, por lo que es importante personalizarlo según sus necesidades individuales.

¿Cuánto tarda en recuperarse de una lumbalgia?

El tiempo que tarda en recuperarse de una lumbalgia puede variar significativamente según la causa y la gravedad del dolor lumbar, así como el tratamiento y las medidas que se tomen para abordarlo. Aquí hay algunas pautas generales:

  1. Lumbalgia aguda: Si tienes un episodio agudo de dolor lumbar debido a una lesión o tensión muscular, generalmente puedes esperar una recuperación en un plazo de semanas a meses, dependiendo de la gravedad. La mayoría de las personas experimentan una mejoría significativa en las primeras semanas con descanso, terapia de calor o frío, fisioterapia y medicamentos si es necesario.
  2. Lumbalgia crónica: Si el dolor lumbar se vuelve crónico, es decir, persiste durante más de 12 semanas, la recuperación puede llevar más tiempo y puede ser necesario un enfoque de tratamiento más completo. La gestión del dolor a largo plazo, que puede incluir cambios en el estilo de vida, ejercicios regulares y terapia física continuada, puede ayudar a controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida.
  3. Causa subyacente: La recuperación también depende de la causa subyacente del dolor lumbar. Por ejemplo, si se trata de una hernia de disco o una estenosis espinal, la recuperación puede ser más prolongada y podría requerir cirugía en algunos casos.
  4. Adherencia al tratamiento: La adherencia al plan de tratamiento recomendado por un médico o fisioterapeuta es fundamental para una recuperación exitosa. Seguir las indicaciones médicas, hacer ejercicios de fortalecimiento y modificar los hábitos de vida que puedan contribuir al dolor lumbar es esencial para una recuperación efectiva.
  5. Prevención: Una vez que te hayas recuperado del episodio agudo de lumbalgia, es importante seguir practicando ejercicios de fortalecimiento, mantener una buena postura y evitar factores de riesgo (como levantar objetos pesados de manera incorrecta) para prevenir futuros episodios de dolor lumbar.

Ten en cuenta que cada persona es diferente, y la recuperación puede variar en función de numerosos factores individuales. Si experimentas dolor lumbar persistente o recurrente, es fundamental consultar a un profesional de la salud para un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento adecuado.

¿Cómo debe dormir una persona con lumbalgia?

Dormir adecuadamente es importante para las personas que padecen lumbalgia, ya que una mala postura al dormir puede empeorar el dolor. Aquí hay algunas recomendaciones sobre la posición para dormir y otros consejos que pueden ayudar a aliviar la lumbalgia:

  1. Posición para dormir: La posición ideal para dormir cuando tienes lumbalgia puede variar según la persona, pero aquí hay tres posiciones comunes que podrían ser útiles:
    • Decúbito supino (boca arriba): Coloca una almohada debajo de las rodillas para mantener la curvatura natural de la columna. Esto ayuda a aliviar la presión en la espalda baja.
    • Posición fetal: Si prefieres dormir de lado, acurrúcate en posición fetal con las rodillas dobladas hacia el pecho. Coloca una almohada entre las rodillas para mantener la alineación de la columna.
    • Posición lateral con piernas rectas: Si duermes de lado, estira las piernas en línea recta en lugar de doblarlas en posición fetal. Coloca una almohada entre las piernas para mantener la alineación de la columna.
  2. Evita dormir boca abajo: Dormir boca abajo tiende a forzar la parte baja de la espalda y puede aumentar el dolor en personas con lumbalgia. Trata de evitar esta posición si es posible.
  3. Colchón y almohadas: Un colchón firme pero cómodo puede ayudar a mantener una buena alineación de la columna. Asegúrate de que tu almohada sea adecuada para tu posición de sueño y sostenga la cabeza y el cuello en una posición neutra.
  4. Cuidado con la elevación de las piernas: Si sientes que elevar las piernas al dormir te alivia, puedes colocar una almohada bajo las rodillas para elevarlas ligeramente.
  5. Cambio de posición durante la noche: Si te resulta incómodo permanecer en una sola posición toda la noche debido al dolor, no dudes en cambiar de posición lentamente y con cuidado para evitar movimientos bruscos.
  6. Calor o frío: Puedes aplicar una compresa caliente o fría en la zona lumbar antes de acostarte para aliviar la tensión muscular y reducir la inflamación.
  7. Ejercicio y estiramiento: Realizar ejercicios suaves de estiramiento antes de acostarte puede ayudar a relajar los músculos de la espalda y reducir la rigidez.

Recuerda que lo más importante es encontrar la posición que te resulte más cómoda y alivie tu dolor lumbar. Si el dolor persiste o empeora a pesar de estos cambios en la posición para dormir, es fundamental consultar a un profesional de la salud para evaluar tu situación y recibir recomendaciones específicas de tratamiento.

¿Qué es mejor para el lumbago el frío o el calor?

La elección entre aplicar frío o calor en caso de lumbago depende de la naturaleza del dolor y la fase en la que te encuentres. Ambos tratamientos tienen propiedades diferentes y pueden ser útiles en distintas situaciones:

  1. Frío (crioterapia):
    • Beneficios: La aplicación de hielo o compresas frías en la zona afectada puede ayudar a reducir la inflamación, adormecer la zona y aliviar el dolor.
    • Cuándo usarlo: El frío suele ser más efectivo en las primeras 48 horas después de un episodio de lumbago agudo, cuando la inflamación está en su punto máximo.
  2. Calor (termoterapia):
    • Beneficios: La aplicación de calor ayuda a relajar los músculos y aumenta el flujo sanguíneo, lo que puede aliviar la tensión muscular y reducir el dolor.
    • Cuándo usarlo: El calor suele ser más efectivo para el dolor lumbar crónico o para aliviar la rigidez muscular. También es útil cuando el dolor no es causado por inflamación aguda.

Es importante tener en cuenta que lo que funciona mejor puede variar de una persona a otra. Algunas personas encuentran más alivio con el frío, mientras que otras prefieren el calor. También es posible utilizar ambos en combinación, aplicando frío durante los primeros días para controlar la inflamación y luego aplicando calor para relajar los músculos.

Aquí hay algunos consejos para aplicar frío y calor de manera efectiva:

  • Para el frío, utiliza una bolsa de hielo envuelta en un paño o una compresa fría. No apliques hielo directamente sobre la piel, ya que puede causar daño.
  • Para el calor, puedes utilizar una almohadilla eléctrica, una bolsa de agua caliente o una toalla húmeda caliente calentada en el microondas.

En cualquier caso, si experimentas dolor lumbar persistente o si no estás seguro de cuál tratamiento utilizar, es recomendable consultar a un profesional de la salud. Ellos pueden ofrecerte orientación específica y adaptada a tu situación.

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