[vc_row][vc_column][vc_custom_heading text=»Relación entre nocicepción, daño y dolor» font_container=»tag:p|font_size:30|text_align:left|color:%231e1e1e» google_fonts=»font_family:Open%20Sans%3A300%2C300italic%2Cregular%2Citalic%2C600%2C600italic%2C700%2C700italic%2C800%2C800italic|font_style:600%20bold%20italic%3A600%3Aitalic»][ultimate_spacer height=»30″ height_on_tabs=»15″ height_on_tabs_portrait=»15″ height_on_mob_landscape=»15″ height_on_mob=»15″][vc_column_text]
Muchos órganos, incluyendo la piel y las estructuras subcutáneas, como las articulaciones y músculos, poseen receptores sensoriales especializados que se activan con estímulos nocivos. Para ello, en su membrana celular cuentan con receptores y canales que les permiten detectar la presencia de estímulos mecánicos, cambios de temperatura y ciertas sustancias químicas, como las moléculas inflamatorias. Esta información será enviada, a través de la médula espinal, a nuestro cerebro, donde se integrará junto a la recibida por otras vías.
Esto es importantísimo ya que, al igual que otros sistemas de nuestro cuerpo (ej. propiocepción, visión, audición…), hace que modulemos el comportamiento (de manera subconsciente) y evitemos lesiones.
El término empleado para estos sensores es el de nociceptor, derivado de la palabra latina noxius, nocivo o dañino. Pero una cosa a tener en cuenta es que su umbral de estimulación requiere de una intensidad por debajo de la necesaria para dañar los tejidos. Así, la función de los nociceptores no es comunicar que hay un daño en los tejidos, sino informar al sistema nervioso central cuando un estímulo está empezando a alcanzar intensidades de amenaza para el tejido. Es decir, son encargados de detectar y enviar señales al cerebro sobre eventos dañinos o potencialmente dañinos. Otra cosa que debemos saber es que, al contrario de lo que ocurre con otros receptores sensoriales específicos (ej. para luz, tacto…), estos nociceptores son nervios con terminales libres. Lo que quiere decir que no inervan receptores específicos. Esto, por un lado, es bueno…ya que les da ventaja a la hora de detectar y responder ante un evento. Es la neurona la que genera la señalen lugar de depender de un detector especializado en su parte terminal, lo que hace que su zona de detección se extienda. Aunque esta misma característica puede considerarse una desventaja, ya que no le permite dar una información tan detallada de la localización del estímulo.
Solemos establecer una asociación entre la actividad de estos nociceptores con el daño que tiene un tejido, y entre este con el dolor que experimentamos. Sin embargo, ya sabemos que el dolor, el daño y la nocicepción no son la misma cosa…y que un aumento en la nocicepción no es suficiente ni necesaria para experimentar dolor.
Algunos ejemplos…
– Las fibras C (nociceptores) sensibles al calor se activan cuando la piel alcanza unos 41ºC. Sin embargo, la temperatura con la que empezamos a sentir dolor varía de una persona a otra. En algunos casos puede ser superior a los 52ºC.
– Si presionamos con una chincheta la piel, los nociceptores se activarán. Pero su respuesta varía en función de la temperatura. A temperatura ambiente, los nociceptores se activan una vez cada 2 segundos (su tasa de disparos de señal es de 0.5 Hz). Si calentamos la chincheta lo harán 10 veces en un segundo (a 10 Hz). Lo interesante de esto es que las personas no somos capaces de diferenciar estos dos estímulos. Ambos son igual de dolorosos y no pueden diferenciarse cualitativamente. Otro dato interesante es que la chincheta no traspasó la piel en ningún momento, sin embargo los nociceptores se activaron. Esto nos vuelve a mostrar que no es el daño lo que determina la respuesta de estos sensores.
– Un estímulo caliente de 45ºC puede desembocar en diferentes sentimientos dependiendo del tamaño del estímulo: cuando la sonda es de 1mm de ancho el sentimiento suele describirse como un “dolor punzante”; cuando es de 4mm se describe como “dolor urticante”; cuando es de 20 mm suele describirse como “un calentón fuerte pero agradable”. Piensa en ello…cuanto mayor es el tamaño del objeto con el que se calienta la piel más nociceptores se activan, pero menos dolor sentimos.
– Durante un estímulo nocivo de 15 segundos, los nociceptores se activan mucho al principio pero luego la activación decae, en ocasiones hasta pueden silenciarse, a pesar de que el estímulo sigue ahí.De hecho, el dolor continúa aumentando después de que los nociceptores empiecen a disminuir su actividad.
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