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Recuperación de lesiones, ¿aplicamos frío?

La aplicación de frío es una estrategia muy extendida para reducir la inflamación y el dolor en personas que sufren una lesión. Sin embargo, más allá de la analgesia que pueda aportarnos, cada vez se pone más en duda que la crioterapia nos ayude a recuperarnos más rápido.

Hace ya unos años se publicó una investigación en la que se estudió cómo era el proceso de regeneración después de una lesión muscular en función de si se modificaba o no la temperatura de la zona. De esta manera, dejaron que algunos animales se recuperaran sin intervención alguna, mientras que a otros les aplicaron frío durante 20 minutos con packs de hielo (0.3-1.3ºC) inmediatamente después de provocarles la lesión; llegando a conseguir una reducción de temperatura intramuscular hasta los 13ºC.

La degeneración de las fibras musculares y la aparición de macrófagos en la zona afectada se retrasó aproximadamente 24 horas en el grupo que recibió crioterapia. En consecuencia, también se demoró la expresión de los factores de crecimiento IGF-1 y TGF-β1 —el primero clave en la transformación fenotípica de macrófagos, en la proliferación de células satélites y en el crecimiento de células musculares. El segundo una de las citocinas fibróticas más potentes— . Asimismo, se retrasó la proliferación y diferenciación de las células satélite —que son coprotagonistas junto al sistema inmune en la regeneración muscular— . Como resultado de estos sucesos, en este grupo se observó un retraso de la migración del núcleo celular del centro a la periferia de las fibras musculares, un proceso que determina la maduración de las mismas. Además, 28 días después de acontecer la lesión, el área de sección transversal de las fibras regeneradas era sustancialmente inferior en aquellos animales que habían sido tratados con hielo (figura 1). Y no solo esto, la deposición de colágeno a los 14 y 28 días después de la lesión también fue significativamente superior en comparación con el grupo control.

Figura 1 (Takagi et al 2011)

Posteriormente, usando el mismo protocolo de frío, se ha vuelto a demostrar que la crioterapia produce un retraso en la aparición de células del sistema inmune (neutrófilos y macrófagos) y de factores relacionados con los cambios en el volumen vascular (vWF y VEGF), dando como resultado un mayor número de fibras musculares inmaduras a los 28 después de la lesión

Por su parte, otros investigadores mostraron que los niveles de TGF-β se elevaron tras provocar una lesión muscular. Niveles que se redujeron significativamente a los 7 y 15 días en el grupo que se recuperó de manera natural, pero no en el grupo que se trató con crioterapia. Esto, al igual que ocurrió en el primer estudio, vino acompañado de una acumulación excesiva de colágeno en la matriz extracelular (figura 2). 

Figura 2 (Shibaguchi et al 2016)

Hace poco se ha publicado un estudio en el que se provocó una lesión a nivel de sóleo a un grupo de ratas. Unas dejaron que se recuperaran de manera natural. A otras le aplicaron frío con el protocolo ya comentado. De manera paralela estudiaron la estructura muscular de algunas ratas a las que no lesionaron. Así podían comprobar el nivel de afectación conseguido con la metodología empleada y si el nivel de recuperación se alteraba o no al reducir la temperatura de la zona afectada. Esto lo hicieron a la semana de la lesión, a las 2 semanas y al mes. 

Lo primero que comprobaron fue que la lesión provocó una reducción en el peso relativo del sóleo con respecto al grupo control. Valores que, aunque fueron incrementándose poco a poco, seguían bajos a las 4 semanas. Además, en el análisis inmunohistoquímico que realizaron una semana después, los investigadores observaron una reducción en el porcentaje de miosina (MyHC) I y IIa, así como la aparición de nuevas isoformas en desarrollo (MyHC emb y MyHC neo) y adultas (MyHC d/x y MyHC IIb) en aquellas ratas que habían sido lesionada. Algo que no se detectó en el grupo control, que solo presentó las isoformas MyHC I y IIa. Estas modificaciones fueron normalizándose durante el período de estudio, sin embargo en el grupo al que se le habían aplicado frío este proceso fue más lento. Así, a las 4 semanas solo este grupo seguía presentando MyHC emb. 

En los animales control se detectaron 2 tipos de fibras musculares puras (I y IIA) y 1 híbrida (I + IIA). Algo que permaneció inmutable durante todo el proceso de seguimiento. Sin embargo, la lesión vino acompañada de diversos cambios a este nivel. Por un lado, las fibras I y IIA puras y las fibras híbridas (I + IIA) en el músculo dañado desaparecieron, aunque fueron recuperándose progresivamente. Por otro, en todos los animales lesionados aparecieron fibras emb/neo, IID/X y IIB puras, y fibras que coexpresaban más de 1 isoforma de MyHC (excepto I + IIA) o más de 3 isoformas. Fibras que fueron desapareciendo a lo largo de las 4 semanas de seguimiento. En la comparación de los diferentes grupos se observó que el pico máximo de fibras IID/X en el grupo que recibió frío tardó en alcanzarse una semana más que en el grupo que no lo recibió. Además, en el grupo que recibió crioterapia los porcentajes de fibras que expresaban más de 3 isoformas de miosina y de fibras I + IIA fueron mayores a las 2 y 4 semanas, respectivamente.  

Con las variables analizadas no pudo determinarse el porqué de estos hallazgos, pero sí que se vuelve a poner de manifiesto que aplicar frío tras una lesión puede derivar en una recuperación más tardía de los tejidos. 

Dicho esto, es necesario tener en cuenta que la crioterapia no tiene por qué tener efectos negativos sobre la regeneración del tejido muscular. Algunos han mostrado que no afecta al timing ni al nivel recuperación de la masa muscular, contenido de proteínas, tamaño de las fibras, densidad capilar o acumulación de colágeno (ver estudio, estudio, estudio)No podemos olvidar tampoco que estos hallazgos se han obtenido con una metodología concreta (con la que se consiguió una gran reducción de la temperatura muscular) y que son estudios realizados con modelos animales y que no siempre se replican los resultados en humanos, aunque ya existen algunos estudios (ver aquí y aquí) que podrían hacernos pensar que el frío no es la mejor opción para recuperar un tejido tampoco en nuestra especie

La alteración de los procesos regenerativos después de la aplicación de hielo (ej. fibras más inmaduras y de menos tamaño, mayor fibrosis…), que se ha encontrado en diversos estudios, pone en duda la efectividad de la aplicación de hielo como método de recuperación de lesiones musculares y nos debería hacer replantearnos la utilización de este método como vía para facilitar una recuperación temprana. Es cierto que algunos no encontraron estos efectos, pero también lo es que en ninguno de los estudios mencionados se mostró beneficio alguno. 

Una alternativa al hielo podría ser el uso de líquidos mentolados que, sin reducir mucho la temperatura corporal, parece reducir las molestias producidas por una lesión igual o más que el hielo, y favorece la recuperación de la masa muscular durante un programa de rehabilitación, cosa que en este estudio concreto con humanos no sucedió con el hielo (figura 3). Otra alternativa podría ser la aplicación de calor, pero de esta estrategia hablaremos mañana…

Figura 3 (Engelhard et al. 201)

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