Hola!
Sigamos aprendiendo cómo manejar las variables de entrenamiento en circuitos en función de el objetivo que deseamos conseguir mediante la aplicación de estímulos adecuados de entrenamiento. Hoy le dedicaremos unas líneas al orden en que realizaremos las diferentes acciones motrices dentro de una misma sesión de entrenamiento.
– ¿Será relevante e influirá de una manera diferente si, por ejemplo, realizamos los ejercicios de fuerza antes o después de la parte aeróbica (o de resistencia cardiovascular) en un circuito con objetivo de pérdida de peso?
– ¿Importará o afectará a nuestro objetivo realizar antes o después los movimientos de tracción o de empuje en una persona con hipercifosis dorsal y hombros adelantados?
Vayamos por partes…
Como norma general, debemos situar al comienzo de la sesión aquellos ejercicios que sean más específicos o relacionados con el objetivo principal de la sesión, ya que durante los primeros ejercicios la fatiga todavía no se ha acumulado y las adaptaciones neuromusculares serán más efectivas si en estos ejercicios podemos aplicar el máximo potencial de nuestro organismo. Por ejemplo, si vamos a realizar ejercicios de tracción y empuje durante una sesión y nuestro objetivo es mejorar un gesto como el de «dominadas», que eminentemente es de tracción, convendrá realizar primero aquellas acciones que supongan una mayor demanda de los grupos musculares responsables de este gesto, ya que está demostrado que las ganancias de fuerza y de hipertrofia muscular son mayores cuando menos fatiga acumulada tiene el cuerpo.
Habitualmente, los entrenadores solemos ordenar la aplicación de cargas dentro de una misma sesión, cuando «pertenecen» a diferentes tipos de cualidades físicas de la siguiente manera (aunque esto es solo un esquema general):
1- Aprendizaje técnico: el aprendizaje de nuevos gestos coordinativos será necesario realizarlo sin fatiga acumulada para obtener resultados a corto plazo. Una vez el gesto esté automatizado si puede ser conveniente realizarlo en fatiga para adecuarlo a la actividad deportiva concreta.
2- Velocidad: es necesario no tener fatiga acumulada para mejorar parámetros de velocidad, ya que solo a intensidades máximas o supramáximas obtendremos mejoras en esta cualidad condicional
3- Fuerza: por el mismo motivo, si deseamos mejorar parámetros de fuerza, deberemos poder movilizar cargas elevadas y esto habrá que realizarlo con mínimos niveles de fatiga. Sobretodo en las manifestaciones de fuerza máxima y fuerza explosiva.
4- Resistencia: esta cualidad se basa en la tolerancia a la fatiga acumulada por lo que será habitual que la situemos al final de las sesiones ya que no afectará negativamente los gestos o ejercicios realizados con anterioridad durante la sesión…es más, pueden tener una interacción positiva.
Por supuesto, para aplicar adecuadamente esta variable o componente de la carga de entrenamiento tendremos que atender a diversos factores cómo son:
– Especialidad deportiva y fase de la temporada
– Individualidad del deportista (descompensaciones musculares, postura, edad, etc.).
Sin duda, este es un tema complejo que muchos deportistas y entrenadores no suelen tener en cuenta. A menudo realizamos nuestras «tablas de entrenamiento» (odio esta palabra…) siempre en el mismo orden (tanto dentro de una sesión como a lo largo de una semana), sin saber que esa elección está afectando de manera importante a las adaptaciones de nuestro cuerpo producidas durante el ejercicio.
Sobre este aspecto podríamos hablar y discutir durante muchas entradas del blog. De momento, me conformo con que empecemos a pensar porqué y cómo ordenaremos nuestros ejercicios dentro de la sesión y tratar de averiguar cómo afectará la elección a nuestro desarrollo motor.
Un saludo