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EL HÚMERO SIN RUMBO

El húmero ha perdido el norte, navega sin rumbo. Podríamos decir que si no ponemos remedio está a la deriva.

El húmero adelantado, el húmero retrasado, el húmero caído. El húmero sin rumbo presenta características de cada uno de estos húmeros que hemos visto anteriormente. La movilidad accesoria está acentuada en más de una dirección. La microinestabilidad puede llevar a esta articulación glenohumeral a sufrir lo que se ha llamado inestabilidad multidireccional, que en caso de producir dolor y daños en los tejidos intraarticulares se considerará una patología; la cual fue descrita inicialmente por Rowe en 1956. Actualmente se define como una excesiva traslación de la cabeza humeral dentro de la cavidad glenoidea en más de una dirección.

El húmero sin rumbo es habitual verlo en deportistas overhead expuestos a entrenamientos repetitivos de alta exigencia, como es el caso de jugadores de balonmano, voleibol, pitchers de béisbol, nadadores, etc. Pero también está presente en personas que presentan hiperlaxitud ligamentosa y capsular como el síndrome de Ehler-Danlos, el síndrome de Marfan, la osteogénesis imperfecta y el síndrome de hipermovilidad. Imaginemos un hombro con alguna de estas características que empiece a realizar alguna actividad deportiva “overhead”, o se prepara y se adapta concienzudamente, o la probabilidades de perder el rumbo se multiplican.

A nivel muscular el hombro sin rumbo suele presentar disfunción del manguito rotador, serrato anterior, trapecios, porción larga del bíceps y deltoides. 

Debido a la natural pérdida de flexibilidad de los tejidos conforme cumplimos años, el húmero sin rumbo es más común entre la segunda y tercera década de la vida, y a partir de los cuarenta años aparecen pocos nuevos casos .

Es curioso como estos hombros durante los rangos intermedios de la elevación del brazo muestran una estrategia neuromotora de “estabilidad a todo coste”, reclutando al mismo tiempo todos los músculos. Esta estrategia también se ha observado en personas que cargan un objeto muy pesado.

Se ha visto con frecuencia como nadadores de alto nivel presentan una laxitud glenohumeral elevada; igualmente lanzadores de béisbol, lo que se ha llamado paradoja del lanzador. La microinestabilidad es una adaptación en muchos casos al alto rendimiento deportivo. Sin embargo, ¿qué ocurre si el hombro presenta dolor y/o lesiones en tejidos que proveen estabilidad?. La delgada línea que existe entre la salud y el rendimiento deportivo podemos verla perfectamente cuando observamos estos casos. 

Un húmero sin rumbo va a depender en primera instancia de fortalecer y mejorar la función de todos los estabilizadores dinámicos glenohumerales, haciendo como siempre una especial mención al manguito rotador.

Igualmente serán muy útiles los ejercicios con cadena cinética cerrada del miembro superior, debido a los mecanismos de cocontracción muscular.

A nivel de la articulación escapulotorácica, los hombros con inestabilidad multidireccional suelen presentar déficits en la rotación superior y externa, por lo que el trabajo propuesto en esos casos debe optimizar también estos movimientos escapulotorácicos.

El húmero ha podido perder el rumbo, pero si queremos devolverle su funcionalidad o disminuir el dolor, necesitamos evaluarlo para conocerlo en profundidad y ponernos manos a la obra dándole juego. Un húmero a la deriva necesita que lo guiemos bien, que nosotros no perdamos el rumbo.

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