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El húmero caído

El húmero se puede deslizar inferiormente en exceso con respecto a la fosa glenoidea, decimos que se ha caído. Además, cuando esa movilidad accesoria se acentúa de forma recurrente en un hombro puede causar progresivamente inestabilidad inferior. 

El húmero que tiende a caer es un húmero que va contracorriente, un importante número de hombros se enfrentan a una reducción del espacio subacromial por una tendencia al deslizamiento superior, pero en este caso hablamos justo de lo contrario. 

El húmero caído suele presentar el “signo del surco o del escalón”. El paciente en sedestación con el brazo relajado. El terapeuta coloca su mano con el dedo medio y el pulgar en los ángulos del acromion, dejando el índice para valorar la distancia entre el acromion y la cabeza del húmero, y se aplica una tracción suave hacia abajo en el codo mientras el observador observa atentamente el hombro. Si hay una traslación inferior excesiva (superior a 2 cm) aparecerá una depresión en la articulación del hombro apreciable como una pequeña hendidura en la piel, y es posible que se acentúen los síntomas en el caso de los hombros que tengan esta inestabilidad inferior. Suele ser indicativo de pérdida de la integridad del intervalo rotador.

Al igual que cuando una persona siente inestabilidad al empujar hacia delante algo, se asocia a inestabilidad posterior, cuando una persona presenta sensación de inestabilidad al cargar peso con un brazo se considera un signo de microinestabilidad inferior. Deberán ser los médicos los especialistas en diferenciar si existe inestabilidad inferior o algún tipo de lesión que pueda presentar síntomas similares. En algunos casos, debido a las posibles afectaciones neurovasculares se puede confundir con síndrome del outlet torácico.

En caso de inestabilidad inferior puede ir acompañada de desgarros labrales tipo SLAP y posteriores,  avulsiones del ligamento glenohumeral, laxitud capsular, lesión de Hill-Sachs reversa, afectación de la integridad ósea de la fosa glenoidea en su parte posterior, y puede haber retroversión y displasia glenoidea. Se produce progresivamente lo que se ha denominado el síndrome del hombro colgante. En los casos más graves se puede producir una luxación inferior, que puede ser bastante problemática, pero al menos son muy poco frecuentes, solo el 0,5% de las luxaciones, a esta luxación se le llama luxatio erecta y es ampliamente más frecuente en mujeres que en hombres, con una ratio 10:1.

Se han descrito dos mecanismos principales que pueden causar una luxación inferior por un traumatismo importante: el primero es una compresión axial con el hombro completamente abducido, lo que hace impactar al húmero contra el ligamento inferior glenohumeral y la porción inferior de la cápsula articular.

Y el segundo mecanismo es una hiperabducción que hace chocar el cuello quirúrgico humeral contra el acromion que le sirve de fulcro, desplazando la cabeza humeral hacia abajo, quedando el húmero fijo con la cabeza por debajo de la cavidad glenoidea y la diáfisis humeral orientada en sentido superior con abducción entre 140 y 160º. Estos mecanismos repetidos a lo largo del tiempo a modo de microtraumatismos van creando progresivamente una microinestabilidad inferior.

El ligamento glenohumeral superior contribuye poco en la estabilidad anteroposterior, sin embargo, de forma conjunta con el ligamento coracohumeral limitan la traslación inferior; siendo mayor su contribución cuando se encuentran en aducción que en abducción, de hecho a 90º de abducción su contribución es prácticamente 0. En esa posición es el ligamento glenohumeral inferior el máximo responsable de evitar la dislocación inferior.

Cuando vemos a un húmero cayendo la solución pasa por fortalecer toda la musculatura longitudinal que cruza el hombro: deltoides, coracobraquial, bíceps braquial (especialmente porción corta), porción larga del tríceps braquial y haz clavicular del pectoral mayor.

Necesitamos retar progresivamente al hombro con estímulos que provoquen precisamente deslizamiento inferior contra el que luchar, y con situaciones variadas e inesperadas en entornos con incertidumbre. Solo así lograremos alcanzar las adaptaciones necesarias para que ese húmero no caiga más, porque a los amigos nunca se les deja caer.

 

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