LOGO FIDIAS NARANJA Y NEGRO 2021

FIDIAS LAB

Ejercicio físico y reducción temporal del dolor

Cuando hablamos de prevención o tratamiento del dolor, pocos profesionales quedan ya que no recomienden la realización de actividad o ejercicio físico. A este respecto existe una amplia evidencia que nos muestra que cuando una persona se mueve de manera regular y a cierta intensidad, las probabilidades de que sufra dolor diminuye y su recuperación, en caso de sufrir dolor, se optimiza. Pero los efectos del ejercicio físico no se dan solo a largo plazo; ya se conoce que este puede también favorecer un aumento temporal del umbral de dolor, lo que se conoce como hipoalgesia inducida por ejercicio (EIH, por su siglas en inglés). De esta manera, personas con dolor podrían experimentar una reducción aguda de su dolor por la realización de una serie de ejercicios en una sesión. 

Las cuestiones que hoy queremos tratar de resolver son las siguientes: ¿siempre acontece este efecto agudo positivo tras el ejercicio? ¿qué diferencia a personas sin dolor de personas que sufren dolor persistente? ¿existe alguna modalidad de ejercicio que optimice estos efectos?

Las 2 primeras preguntas quizá podamos abordarlas en conjunto. Diversos estudios han mostrado que la hipoalgesia inducida por ejercicio acontece de manera regular en personas libres de dolor (aunque no siempre y no en todas las personas); que esta puede darse tras la realización de diferentes ejercicios y realizado a diversas intensidades; y que los efectos no son únicamente locales, sino sistémicos (en diferentes regiones corporales). Es decir, que cuando una persona sin dolor se somete a un esfuerzo físico puntual, parece que su umbral de dolor ante diferentes tipos de estímulos (ej. mecánicos, térmicos, eléctricos…), así como su tolerancia al dolor, aumenta. No obstante, debemos saber que en personas con dolor persistente esto no siempre ocurre.

Las investigaciones realizadas hasta la fecha para estudiar los efectos hipoalgésicos del ejercicio en personas con dolor persistente han arrojado resultados muy variables. Aquí tenemos algunos de los hallazgos de estas: 

  • Personas con cierto tipo de dolor persistente generalizado, como la fibromialgia, muestran en muchos casos una reducción de los efectos hipoalgésicos producidos por el ejercicio, tanto a nivel local como sistémico. Incluso en algunos casos, el ejercicio puede generar un aumento en la sensibilidad (umbral dolor) y en la percepción de dolor. 
  • Esta disfunción de EIH ha sido encontrada también en personas con otros tipos de dolor, como neuropatía diabética, dolor persistente de cuello, de espalda o tendinopatía aquílea. 
  • No todas las personas con dolor persistente han mostrado una menor EIH. Por ejemplo, hay estudios que demostraron que personas con dolor lumbar persistente, artritis reumatoide o tendinopatía patelar pueden presentar una EIH normal. Asimismo, también se ha demostrado que personas que sufren dolor pueden experimentar una reducción en la intensidad de dolor que perciben (analgesia). 
  • Se ha encontrado que las personas con mayor sensibilidad generalizada al dolor presentan una menor EIH en comparación con las que tienen menor sensibilidad. Parece que la alteración de EIH es más frecuente en personas que presentan un aumento del procesamiento central de la  nocicepción (indicado por una sensibilidad al dolor generalizada). 
  • Personas con la misma patología (ej. tendinopatía aquílea) y misma duración de dolor pueden responder de manera diferente al ejercicio. Algunas pueden obtener beneficio (aparece EIH) mientras que otras pueden aumentar su sensibilidad o dolor. Estas diferencias podrían venir determinadas por la intensidad de dolor de cada persona. Un estudio mostró que personas con menos dolor (con respecto a la media evaluada) solían presentar EIH, mientras que las que tenían más dolor tendían más a un aumento del dolor. Otro mostró que aquellos que realizaron el ejercicio por encima del umbral de dolor experimentaron un aumento en la intensidad del dolor. 
  • Personas que presentan un dolor localizado parecen mostrar una reducción de esta hipoalgesia cuando ejercitan la zona afectada, pero una respuesta normal cuando el ejercicio involucra otras zonas del cuerpo. Por ejemplo, se ha demostrado que cuando personas con dolor de hombro realizan contracciones del cuádriceps la sensibilidad al dolor en la zona afectada diminuye. Algo que no ocurrió cuando realizaron contracciones de músculos del hombro.

Vayamos ahora a la última pregunta planteada: ¿existe alguna modalidad de ejercicio que optimice estos efectos?

En primer lugar, que gustaría comentar que cualquier modalidad ejercicio puede ser beneficiosa en la búsqueda de una analgesia temporal. Así, se ha demostrado que la EIH puede obtenerse de diferentes maneras, desde ejercicios aeróbicos hasta contracciones muy localizadas. No obstante, también es cierto que algunos estudios han mostrado que la modalidad de ejercicio realizada puede influir en los resultados que se obtienen. 

En 2015, Ebonie Rio y sus colaboradores publicaron un artículo que revolucionó en cierta manera la forma de abordar las sesiones de rehabilitación. Lo que mostraron fue que cuando personas con tendinopatía patelar realizaban ejercicios isométricos la reducción en la percepción de dolor era sustancialmente superior y de mayor duración que cuando los ejercicios realizados eran dinámicos. Posteriormente otros han mostrado que la EIH que podemos conseguir con ejercicios isométricos son sistémicos (en zona ejercitada y zonas distales) y superior a la lograda con un entrenamiento aeróbico. En esta línea, una revisión del tema concluyó que, en personas sanas a las que se les induce dolor, todo tipo de ejercicio puede reducir la percepción dolorosa; sin embargo, los isométricos son los que mostraron un mayor tamaño del efecto. Estas publicaciones han hecho que muchos profesionales se han (nos hemos) centrado en este tipo de ejercicios para potenciar la disminución aguda del dolor. 

Dicho esto, debemos saber que los isométricos no son la panacea. Ya existen estudios que al comparar ejercicios dinámicos con contracciones isométricas no encontraron diferencias en los efectos de EIH. Se ha demostrado que tanto una forma de ejercicio como otra puede provocar un descenso en la percepción dolor clínicamente relevante así como un aumento en el umbral de dolor. Asimismo, como se ha comentado no en todas las personas se ha observado una reducción de dolor tras la realización de ejercicio, y hay estudios que mostraron que los isométricos no generaron EIH en personas con diferentes tipos de dolor. En alguno de estos estudios tampoco apareció EIH tras ejercicios isotónicos; siendo, en estos casos, ambas modalidades de ejercicio igual de poco efectivas para el objetivo que aquí nos atañe. 

No podemos descartar el ejercicio aeróbico, ya que se ha mostrado que puede ser una modalidad efectiva para la reducción temporal de dolor. Además, recientemente también hemos conocido que cuando el ejercicio es realizado con restricción de flujo sanguíneo, los efectos hipoalgésicos son mayores y tienen mayor duración que cuando se realiza de manera tradicional (ver aquí). Con todo los datos que tenemos, los isométricos son una modalidad de ejercicio que podría ofrecer beneficios a personas con dolor, pero parece que no sería muy acertado centrarse únicamente en ellos. 

A todas estas modalidades de ejercicio hay que sumar otro tipo de prácticas que cada vez son más prevalentes en los procesos de recuperación. Hablamos de la observación de movimientos y de la imaginería motora. En una entrada anterior ya vimos que ambas pueden ser estrategias válidas para conseguir un efecto hipoalgésico en personas con dolor persistente. Además, un reciente estudio ha corroborado que son modalidades de entrenamiento superiores a una situación placebo (observación de un documental sin humanos).

En resumen, el ejercicio puede provocar un aumento del umbral de dolor (hipoalgesia) y una reducción en la intensidad de dolor percibido (analgesia); sin embargo, no siempre ocurre esto y hay casos en los que incluso puede darse el efecto contrario. Se ha desmostrado que pueden encontrarse efectos positivos tras la realización de contracciones isométricas, tras ejercicios dinámicos, así como después de la observación e imaginación de movimientos. La modalidad de entrenamiento, la región corporal a ejercitar, así como la intensidad y volumen/duración de los ejercicios debe seleccionarse en función de las características de cada persona (ej. preferencia, tolerancia, tipo de dolor…).

A tener en cuenta: ya conocemos (ver estudio) que los efectos hipoalgésicos del ejercicio pueden potenciarse mediante un cambio de entendimiento acerca de los mismos. Es decir, que si la persona cree que el ejercicio puede ayudarle a reducir el dolor, el ejercicio provocará un mayor aumento del umbral del dolor. Por ello se recomienda educar a las personas acerca de qué es la hipoalgesia inducida por ejercicio, el tipo de ejercicio que lo provoca, cuánto dura y los posibles mecanismos que lo provocan.

Cursos destacados

Leave A Comment

El libro que cambiará tu forma de prevenir
y recuperar
lesiones de hombro

×

 

¡Hola!

Haz click abajo para hablar con nosotros

× ¿Alguna duda?