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Cambia la postura y reduce el estrés

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Los/as entrenadores/as tienden, mayoritariamente, a dedicar mucho tiempo y esfuerzo a tratar de entender cuáles son los mejores estímulos de entrenamiento para cada uno de sus clientes. Leen, escuchan y discuten con otros profesionales e intentan, con todo lo aprendido, realizar un entrenamiento de diez. Evidentemente, esto es necesario, pero debemos entender que nuestro trabajo no termina ahí.

Por poco tiempo que pasemos con las personas que entrenemos —que suele ser bastante, mínimo 1 o 2 horas semanales— si queremos tener un mayor impacto sobre la vida de esa persona y conseguir una mayor cantidad de adaptaciones positivas, nos corresponde invertir tiempo y recursos en educarlas en hábitos de vida saludables. No solo debemos hacerles sudar, también debemos dotarles de información que les hagan reflexionar sobre una necesidad de cambio o de refuerzo de uno o varios aspectos presentes en su día a día. 

Un reciente estudio publicado en la revista “Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry” y llevado a cabo por Jessie Hackfor y sus colegas, de la Universidad de Auckland, nos ofrece unos interesantes resultados sobre la importancia de la postura que bien podríamos transmitir a las personas con las que entrenamos (y a las que no) en un intento de mejorar su calidad de vida.

Durante la investigación, en la que participaron 73 voluntarios/as, se evaluaron diferentes variables psicológicas y fisiológicas en condiciones basales de reposo, así como tras realizar una caminata de varios minutos en condiciones normales (marcha habitual de cada persona) y en condiciones experimentales. Para estas últimas, las personas fueron divididas en dos grupos de manera aleatoria: uno que debía de caminar con una postura erguida y otro que lo debía hacer en posición encorvada. En estas condiciones diferenciadas, ambos grupos anduvieron durante 13 minutos y estuvieron expuestos a una tarea en cierta manera estresante que consistía en, a la vez que caminaban, preparar y defender ante unos jueces un argumento que explicara el porqué serían buenos candidatos para el trabajo de sus sueños. El objetivo era evaluar cómo se modificaban las diferentes variables evaluadas cuando se caminaba con una u otra postura durante una situación de estrés.

En cuanto a las variables psicológicas, los resultados que se obtuvieron muestran que, al finalizar, las personas que caminaron de manera erguida se sintieron más poderosos y presentaron menor afecto negativo, menor excitación, menor adormecimiento y menor dolor. Por otro lado, la evaluación de las variables fisiológicas revela que tanto la presión sanguínea sistólica como la respuesta galvánica y la temperatura de la piel aumentaron en mayor medida cuando las personas cambian en una postura cheposa.

Este estudio muestra, de manera bastante clara, que las postura con la que caminamos tiene una influencia significativa sobre diferentes respuestas psicológicas y fisiológicas, y que adoptar una postura erguida puede ayudarnos a reducir los niveles de estrés. Como comentan los autores, el estado afectivo, cognitivo y del cuerpo no son componentes separados y deben entenderse como factores interdependientes. Cualquier cambio a cualquier nivel afecta a la persona en su conjunto.

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