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10 hechos que toda persona debería conocer sobre el dolor de espalda

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Hace 3 años publicamos en nuestro blog un artículo en el que se mostraban 10 cosas que deberíamos saber sobre el dolor de espalda (ver aquí). Hoy os traemos otra lista similar publicada hace muy poquito tiempo en la revista British Journal of Sports Medicine. 

  1. El dolor de espalda persistente puede dar miedo, pero raramente es peligroso

El dolor lumbar persistente puede generar sufrimiento y ser inhabilitante, pero no suele representar una amenaza para tu vida y es muy poco probable que acabes es una silla de ruedas. 

  1. Hacerse mayor no es una causa de dolor de espalda

Aunque suele pensarse que el hecho de hacerse mayor causa o empeora el dolor de espalda, la ciencia no lo respalda. Ya se conoce que los tratamientos basados en la evidencia pueden ayudar a cualquier edad. 

  1. El dolor persistente rara vez se asocia con un daño importante en los tejidos

La espalda es muy robusta. Si has tenido una lesión, la curación de los tejidos dañados ocurre en un período de 3 meses, por lo que el hecho de que el dolor tenga una duración superior nos dice que existen otros factores contribuyentes. Muchos dolores de espalda comienzan sin ningún tipo de lesión o con movimientos cotidianos sencillos. En estas ocasiones, podrían ser factores como estrés, tensión, fatiga, inactividad o la realización de una actividad a la que no estamos acostumbrados los que hagan que la espalda sea sensible a un movimiento o una carga. 

  1. Las pruebas de imagen no suelen mostrar la causa del dolor

Las pruebas de imagen solo sirven de ayuda en muy pocas personas. Con ellas pueden identificarse cosas que dan miedo con tan solo escucharlas, como abombamiento del disco, degeneración, protusiones, artritis…Desafortunadamente, no suele comentarse que estos hallazgos son muy comunes en personas sin dolor de espada y que no predicen cuánto dolor percibimos o cómo afecta el dolor a nuestra vida. Asimismo, los resultados de estas pruebas puedes modificarse, y la mayoría de los prolapsos de disco se reabsorben con el tiempo. 

  1. La aparición de dolor con el ejercicio y con el movimiento no significa que te estés haciendo daño

Cuando el dolor persiste, es común que la columna y los músculos adyacentes se vuelvan muy sensibles al tacto y al movimiento. El dolor que sientes cuando realizas movimientos y actividades refleja cómo de sensibles son tus estructuras, no la cantidad de daño que tienes. De esta manera, es normal sentir algún dolor cuando empiezas a moverte o a realizar ejercicio. Normalmente esto va eliminándose a medida que comienzas a ser una persona más activa. Tanto es así que el ejercicio y el movimiento son uno de las formas más efectivas de combatir un dolor de espalda. 

  1. El dolor de espalda no está causado por una mala postura

Cómo nos sentamos, estamos de pie o nos agachamos no causa dolor de espalda, y esto es así incluso cuando estas actividades puedan ser dolorosas. Una gran variedad de posturas son saludables para nuestra espalda. Es seguro relajarse durante las actividades cotidianas como sentarse, agacharse y levantar objetos con la espalda curva, de hecho es más eficiente. 

  1. El dolor de espalda no está causado por un “core débil”

Tener los músculos del tronco (“core”) débiles no causa dolor de espalda, de hecho las personas con dolor de espalda suelen contraer mucho esta musculatura como mecanismo de protección. Esto es como apretar tu puño cuando te has torcido la muñeca. Ser fuerte es importante cuando tus músculos necesitan activarse, pero que estén contraídos todo el tiempo no nos sirve de ayuda. Así, aprender a relajar los músculos del “core” durante las tareas cotidianas puede sernos de ayuda. 

  1. La espalda no se desgasta cada vez que la doblamos o cogemos cargas

De la misma forma que levantar cargas hace que los músculos se fortalezcan, moverse y cargar nuestra espalda hace que la nuestra espalda sea más fuerte y esté más sana. 

  1. La exacerbación del dolor no significa que te estés haciendo daño 

Aunque podamos sentir mucho dolor y miedo, esto no suele relacionarse a un daño en el tejido. Los desencadenantes más comunes son: sueño inadecuado, el estrés, tensión, preocupaciones, ánimo bajo, inactividad y realización de actividades a las que no estamos acostumbrados. Controlar estos factores puede ayudar a prevenir exacerbaciones, y si tu dolor se incrementa, en lugar de tratarlo como una lesión, trata de relajarte, mantener la calma y de seguir moviéndote. 

  1. Las inyecciones, la cirugía y los medicamentos no son normalmente una cura

Las inyecciones espinales, la cirugía y los medicamentos fuertes, como los opioides, no son muy efectivos en el tratamiento a largo plazo del dolor persistente de espalda. Además, suponen un riesgo y pueden tener efectos secundarios no deseados. La clave está en encontrar vías poco arriesgadas de conseguir el control del dolor. 

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